A veces, delante del espejo me pregunto «¿quién soy?» tapándome la cara con las manos y destapándola, como a los niños. Pero nadie me contesta. Nunca. Así que no tengo datos suficientes para describirme.

Mmmm, a lo mejor puedo describir qué es la música para mi. Desde niño, la he entendido como un paisaje que suena. A veces es un retrato; otras, un bodegón o una alegoría. Es costumbrista, abstracta, hiperrealista. Un cuadro de los que, de repente, sin saber por qué, te quedas mirando en un museo, en un anticuario, en internet o en casa de tu última cita. En ese momento parece que has entendido mejor algo dentro de ti, como si ya supieras de qué va el universo. Y te sientes ligero, poderoso e iluminado. Pero a la mañana siguiente, esa sensación se va. Y lo único que sabes es que, al menos, podrás volverla a sentir en una futura canción. Y este ir y venir, de lo tonto a lo brillante, de lo cotidiano a lo exquisito, de los días de mierda a los días en los que no te cabe el corazón en el pecho, es la rutina de la que más he presumido en estos últimos años. Para explicarlo mejor, he pintado un cuadro de esos, dando forma a todo esto. Se llama AUTO. Detrás no tiene una técnica clara, ni recursos caros, ni un equipo, ni experiencia. Sólo una pequeña intención, llena de emoción y una pizca de corazón. Ojalá y alguien entienda, disfrute y comparta esta intención. Si así sucede… ¡que me conteste en el espejo, porfa!

Soy todo ojos y oídos a cualquier cosa que se quiera comentar sobre AUTO, responderé a través de:

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